domingo, 19 de julio de 2009

ACERCA DE LA EDUCACIÓN

El Por qué y El Para Qué de la Reflexión en la Educación

¨En el circo moderno a los tigres se les obliga a pasar por el aro y algún domador llega incluso a meter la cabeza en la boca de un león. Contemplar al rey de la selva sarnoso, obediente y temeroso del látigo es uno de los espectáculos más tristes que se pueden dar, tanto o más que el número de los payasos. Ésa es la pesadilla de nuestro tiempo, como la del siglo XX fue la del funcionario Joseph K atrapado en el proceso de Kafka. Hoy el mundo se ha transformado en una inmensa carpa de cristal sin salida alguna y nuestra condena consiste en no poder abandonar nunca el tendido y estar obligados a consumir, repetir, comentar y reproducir inexorablemente las imágenes idiotas, violentas y anodinas, que nos sirve la historia a través de un laberinto de espejos.¨( El Circo. Manuel Vincent, Revista Generación. Noviembre 25 de 2007)

Y cómo podríamos catalogar (al contemplar) al hombre de hoy, homogenizado, aturdido y sumido en un letargo asfixiante en lo racional, dada la alta utilización de una tecnología que lo embriaga hasta la saciedad, lo esclaviza y le suministra unas alas de papel que en nada le sirven para retornar el vuelo hacia sí, alejándose cada día más de sus posibilidades de realizaciones humanas y acercando su comportamiento semejante al robot: aquella monstruosa máquina que repite, imita miles de veces una misma función, ejecuta órdenes y es programada a unos intereses determinados, observando una misma conducta, una misma mirada, tornando oscuro el horizonte único de una misma sociedad que impávida lo observa.

¿Dónde quedaron aquellos sueños de antes y después?
Dónde, la tan anhelada alegría matutina del diario acontecer, si lo que vemos permanentemente es un desfile interminable de las mismas actuaciones, a las que todas las personas, unas antes que después y las otras también, van adquiriendo para su equipaje los mismos elementos decorativos, simulando objetos de último avance tecnológico y consumidos a granel por todas las multitudes, en una carrera desenfrenada de ser los primeros en su uso, luego de filas interminables, mostrarlos como trofeos conseguidos a fuerza de tesón e inteligencia. Y luego mostrarlos en exhibición, carentes de gracia, excepto de ser los últimos en su adquisición, artefactos que paralizan nuestra conciencia.

Son los mismos desfiles ininterrumpidos de las mismas cosas y las mismas personas, más las otras que van llegando, elaborando grandes discusiones vacías de lo mismo: se entroniza el consumismo en su más alta expresión y la uniformidad del ser humano, no sólo en su aspecto material sino en su modo de abordar y pensar la vida.
Es la victoria del mercado sobre lo humano, ya lo suficientemente conocido a través del perfil deseado de unos orientadores del consumo.

Sólo penumbras y tristezas se esparcen en el ambiente: ¨ Todo lo que pasa en el mundo sucede ante nuestros ojos, pero ninguna gran tragedia dura más de un minuto en el telediario. Los trapecistas suelen ser monarcas, políticos, asesinos, cardenales, ladrones y estrellas de cine. Aunque el subconsciente del espectador, para liberarse, pueda desear que en el salto mortal se aplasten contra la pista, nada es peor que sentirse condenados para siempre a asistir a ese espectáculo. ¨ ( Vincent, Manuel)

Entonces nos preguntamos: ¿Y la educación, cuál su papel: repetitivo o creativo?

¿Por qué la educación y Para qué, ante tan triste panorama de nuestras miradas, en el cual, muchas veces, también estamos insertos en este movimiento brutal?

Cómo liberarnos de esta uniformidad, aún en los colegios con los mismos comportamientos estudiantiles, donde la indiferencia, el irrespeto por lo sagrado, la irreverencia de las actuaciones, el desgano, descuido, etc., se pavonean triunfantes por los salones y corredores de los establecimientos educativos?

Si la educación es la herramienta transformadora por excelencia del ser humano, por qué en su seno nos homogeniza, nos destruye la individualidad volviéndonos una masa inerte de creatividad, imaginación plena, rutinariedad, cansancio, angustia, etc.?

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